lunes, 28 de diciembre de 2009

Relato de olores y galaxias perdidas.

Hoy es otro día de aquellos en el que tomo asiento en aquella roída silla frente a la ventana, cuyo cristal se encuentra empañado por la marea de movimientos de sombras, mientras miro por el ventanal hacia un horizonte que esta vacio de ti y tu funesta presencia.

Ya allí, postrado mirando al firmamento, juego a encontrar constelaciones con la vulgaridad de tu mirada, con la indecencia de tus labios y lo innombrable de tu nombre. Será que no he podido superarte? Será que después de ti mi galaxia ha estallado?

Tal vez no he podido olvidarte, quitar de mi ser ese hedor a sexo y azufre que dejaste impregnado en todo el lugar; pero quizás tu tampoco has borrado mi rostro de tu mente, aunque solo sea para maldecirme y jurar en voz baja, que un amor como el mio, aunque se odie, nunca se olvida.

Y puedo jurar (y de hecho lo hago), que he contado mil lunas esperando absurdamente un regreso que no sucederá, aunque creo solo haber contado diez e inclusive siento que esta es la primera que me encuentro sin ti, pues tu olor ha quedado en el universo de tu ausencia.


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Pero todo, hasta mi ser, la casa, las flores que recogimos en un parque y hasta la cama que no he tenido la decencia de tender (ya sabes que no me gusta hacerlo) parecen extrañarte, pues emanan esa fragancia que parece una sátira macabra del Diablo para recordarme tu ausencia.

He escrito cartas contandote cuantas lagrimas he derramado, cuantas he secado y cuantas he reprimido, las cuales envío al lugar a donde van los amores cobardes, acaso sigo esperando una respuesta? A caso nunca es tarde para esperarte?.

Pero en esta galaxia de luces y olores, aún sigo orbitando, esperando con la luna blanca y las estrellas rojas un regreso utópico de algo que se espera pero no se desea; olfateando con absurda miseria las huellas de tus pasos hacia la puerta, sintiendo una bocanada de aire viciado a ti, donde en esta galaxia que un día osamos llamar amor solo queda el telescopio de recuerdos en el que habitas.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Cuento largo sobre el hechizo de una mujer.

No se por que accedí venir a este lugar, ubicado en el sector más rosa y lúgubre de la ciudad, donde los niños ricos vienen a drogarse en una nube de pretensión, que puede ser divisada a leguas, y en el que gente como yo no transita, pues no vengo de familia adinerada ni tengo un registro de drogas.

Solamente fue entrar con mis "amigotes" para percibir la combinación de aromas: drogas y perfumes caros; donde mi modesta colonia desentona en esa atmósfera, y mi mente libre de drogas era noqueada por los estímulos psicotrópicos del ambiente.

Por eso creí que eras una alucinación de mi débil mente, no acostumbrada a esas sustancias de las que mamá me advirtió tanto; pero estas ahí, tan bella con tu belleza de guerrera celta, magníficamente adornada y grácil con una sonrisa que evidentemente era ocasionada por la marihuana que en esos momentos aspirabas.

Nunca podré olvidar esos cabellos rojos, encendidos, rebeldes e indomables, similar a los majestuosos rubíes que las mujeres obstentan; tu sonrisa adornada por unos dientes tan blancos y perfectos cual collar de perlas fueran; tus ojos azules como un zafiro de la llanura africana, y tus labios tan rojos y encendidos como tu cabello.

En esos momentos comprendí que debía besarte, tenerte, amarte como nunca había amado a ningún hombre; sabía que aunque ninguna mujer me había hechizado tu lo hiciste tumbada en aquella alfombra fina. En ese instante aparté a todos de mi mente, para mi tu eras única, inigualable, eras tu la mujer que despertó en mi lo que ninguna otra había despertado.

Tomé valor, me acerqué a ti, te dije tartamudeando un "Hola" y tu tan magnífica como drogada reíste y me devolviste el saludo con "Ven niño, sentate, queres un plon?", te expliqué que nunca había probado drogas ni siquiera fumado un cigarrillo, y tu con otra risa aspiraste de tu hierba medicinal y juntaste tu boca con la mía.

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Ese beso, ese beso, ese beso...me llevó a la locura, al éxtasis, por esos labios tan suaves, delicados y femeninos,tan distintos a la dureza de los hombres, tanto así que me hizo sentirme ligero y liviano, o tal vez fue la droga que aspiraste? de cualquier modo me convertí en un adicto a ti.

No se de donde saque los cojones para tocarte, saber que eras real, que no eras un sueño, tocar ese cuerpo digno de modelo europea, pero con las caderas de una latina, y el busto grande y firme, que en esos momentos recorría con mis labios, sin importarnos las miradas de los demás, aunque estaban tan drogados para siquiera notar donde se encontraban.

Te dije que te amaba, que te deseaba, que eras para mi todo los que alguna vez soñé y no había encontrado hasta este momento, tu me dijiste "Niño, sos un hombrecito muy dulce" y soltaste otra risita, risa maravillosa, como canto de ninfa y volvimos a entrelazarnos en un beso, tan maravilloso como todos los que acontecieron esa noche.

Al llegar el amanecer llego la hora de la partida, yo con mis "amigos" tan drogados que pensaban estar en Checoslovaquia , vallan a saber ellos por que; tu con tus amigas, hippies, bohemias y vulgarmente feas a tu lado, entonces nos dimos el último beso. Lloré como un niño, tu reiste, me diste el pequeño porro que no alcanzaste a fumar y me dijiste "Eres mi caballerito especial" montaste en tu carro último modelo, yo partí con mis amigos "los checoslovacos" en un taxi, donde sonaba una canción sobre un amor efímero.

Llegué a casa, me desvestí mientras lloraba, recordando tu hermoso rostro y lujurioso cuerpo, mi maravillosa, mi celta sin nombre, mi hechicera, mi mujer, me hiciste tuyo, y ahora me toco pensando en ti, en tu risa y en la forma en como me decías "Niño".