viernes, 19 de marzo de 2010

El loco que regaló su luna

Al darte la luna de mis locuras, te di la última de mis neuronas, el último latido de mi corazón y el último beso que en la vida daré.

La envolví para vos en una caja de cristal, tan limpio, tan bello, tan puro, tan trasparente, que podías verla latir al compás del débil "tic-tac" de mi corazón que en clave morse trataba de deletrear cada letra de tu maligno nombre.

El océano lloró al ver que su luna había desaparecido; las estrellas vociferaban a fuertes chillidos para ver quien era la nueva reina de la noche; Afrodita tuvo miedo de dormir en completa oscuridad; yo sonreía al imaginar que nuestra luna sería testigo de nuestras tontas pasiones.


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La luna ahora solo cantaba para mi, con una carnavalesca cumbia de los demonios de media noche; Ulises tocaba la gaita mientras Poseidón marchaba al ritmo de tambores; la ninfa Calixto tenía celos de ti, para mi vos eras la reina en tu traje multicolores.

Caminé hacia tu puerta, teñida del color del inframundo, olía a azufre y a gases, aún así respire profundo, la luna tu amor me concederá, la luna dejo de sonreír hace un segundo.

La luna agonizaba de tristeza, lloraba cenizas provenientes del Vesubio, se quejaba en lenguas africanas, blasfemaba contra aquel Dios tuyo; murió al recordar a su amante el sol, mi corazón al igual que la luna no eran parte de las fantasías de tu mundo.

Me alejé, sin mi última neurona, sin el último latir de mi corazón y sin el último beso que en la vida daré; por vos la viuda de la noche quedo sin su broche favorito...por mi ahora el sol se congela de frío.

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